Se cumplieron dos años de la muerte del fiscal Alberto Nisman y su caso permanece inconcluso, tras una investigación deplorable, rodeada de misterios y la evidente intención del régimen K, de poner toda su acción para evitar su esclarecimiento y por ende de la prosecución de la denuncia que hiciera contra la entonces Presidente CFK, Timerman y otros personeros del nefasto relato K.
Como muy bien lo dijera el periodista Morales Solá, Nisman tuvo tres muertes: su fallecimiento propiamente dicho, el perverso y artero ataque de los K a su personalidad, y la desestimación de su denuncia. Todo ello ocasionó una grave herida a la República, que se desangraba ante el puñal clavado en su corazón.
Ante la vergonzante indiferencia del poder K, sintetizada por la vengativa ex reina Cristina, que no tiene el menor rasgo de humanidad, al no enviar el pésame del gobierno y de ella misma, a la atribulada familia, y como si esto fuera poco, no caben dudas que ordenó a sus obsecuentes funcionarios a denigrar, en una bajeza propia de las mafias, la figura del digno fiscal de la República.
Pero por suerte, viene una brisa de aire fresco y el puñal ya fue sacado de la herida República. Tres hechos, entre otros: el gobierno del Ing. Mauricio, no apelará los resuelto por la justicia declarando la inconstitucionalidad del famoso y denigrante Memorándum firmado con Irán; el Presidente recibió en su casa a las dos hijas del fiscal, asegurándoles que la memoria de su padre sería desagraviada; y el levantamiento de la prohibición a los agentes de la oficina de investigaciones para que declaren cualquier información sobre el caso.
La República sigue herida, pero tengo la firme convicción que tiende a cicatrizar, con el seguro avance de la investigación de la muerte del fiscal, la posible apertura de la causa de la denuncia por encubrimiento a la más alta investidura del ex gobierno K que le causara la muerte, y la condena de sus responsables.
Será Justicia.