Culminó exitosamente el rescate de los 33 mineros atrapados en la profundidad de la tierra en la mina San José, Copiapó, en la República hermana de Chile. Fue conmovedor y emocionante ver a cada uno de los chilenos y un boliviano, salir de la cápsula Fénix, que los devolvía a la superficie luego de 70 días, de los cuales los primeros 17 fueron de una incertidumbre avanzada, ya que no se sabía la suerte del grupo que trabajaba en las entrañas de la madre tierra.
En cuanto se supo que seguían con vida comenzó el fabuloso proceso de estudio situacional, valoración de alternativas y planificación, en los cuales intervinieron las distintas áreas del Estado trasandino, el que recibió, escuchó opiniones y participación externa, en un trabajo en equipo sin parangón, y en el cual el único sujeto y objeto del plan era la preservación de la vida y el rescate en el menor tiempo posible de los atrapados mineros chilenos. Todo ello en un contexto de total apoyo del pueblo hermano, de todo el arco político y rodeado de la solidaridad incondicional del mundo.
Un proceso de lo más difícil y complicado, ya que además de las acciones técnicas para llegar hasta el sitio sin ocasionar perturbaciones a la situación, y definir el método a emplear para el rescate en sí, también requería de un proceso de mantener la vida, el ánimo y las condiciones, que para cuando llegara ese momento, los trabajadores estuvieran en las mejores condiciones físicas y mentales, para que soportaran su salida a la superficie.
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